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Section 11.3 Spanish - NÚMERO PEQUEÑO Y LA CASA SUBTERRÁNEA ABANDONADA

Escrito por: Veselin Jungic y Mark MacLean

Ilustrador: Kyra Pukanich

Traducido al español por: Christian Rosete

Número Pequeño es un jovencito que se mete en muchas travesuras. Es verano y Número Pequeño visita a su abuelo que vive en el territorio tradicional de su nación en una pequeña villa cerca del río.

Para Número Pequeño, su abuelo es el hombre más sabio que ha vivido. El abuelo sabe tantas historias interesantes y, de alguna manera, éstas a menudo están relacionadas a las travesuras que Número Pequeño ha hecho o está planeando hacer.

Esta tarde, Abuelo se reúne con un grupo de personas mayores y un visitante de la Universidad. Cada semana ellos se reúnen, así el visitante puede grabar las historias que las personas mayores cuentan en sus lenguas maternas. A pesar de que Número Pequeño solo entiende unas cuantas palabras, disfruta escuchar a su abuelo cuando habla en la lengua de su gente. “Le pediré al abuelo que me enseñe todas las historias que conoce, así algún día podré contárselas a mis hijos y nietos”, piensa Número Pequeño.

Justo cuando él y su abuelo estuvieron listos para ir a casa, Número Pequeño recibió un mensaje de su amigo Círculo Grande: “Ven, únetenos, estamos jugando a la orilla del río.”

“¡Abuelo, tengo que correr a la orilla del río a saludar a Círculo Grande! ¡Te veré en la Villa!”

El abuelo sonrió y sacudió su cabeza, “Hoy en día, la gente joven tiene que hacer todo a la vez.” Luego él se detuvo y miró al cielo, “¿Escuché las mismas palabras de mi madre?”

Número Pequeño corrió a través del campo y decidió saltar sobre una vieja cerca para llegar a la orilla del río más rápido. Número Pequeño estaba desconcertado, “¿Por qué alguien cercaría la mitad de un vacío…”

“Aaaa”, gritó Número Pequeño mientras caía a través de un agujero en el piso.

“¿Dónde estoy?” Preguntó Número Pequeño en voz alta mientras yacía en el piso. Él podía ver el cielo a través del agujero, pero el espacio alrededor de él estaba demasiado oscuro. Él podía sentir su corazón latir más rápido. Estaba asustado.

Número Pequeño tomó su celular de un bolsillo y encendió la lámpara. Sus ojos bien abiertos seguían el destello de la luz. “Wow”, dijo Número Pequeño mirando un poste vertical que sostenía la estructura de madera en forma de cúpula sobre él. Estaba adentro de un espacio cerrado.

Con su coraje de vuelta y emocionado acerca de su descubrimiento, Número Pequeño dio unos pasos hacia el lado oscuro del espacio. Podía ver que los postes cortos en el borde del piso y los extremos de los postes largos formaban parte del techo circular en forma de anillo. “Debe haber cientos de postes utilizados para construir esta habitación”, pensó Número Pequeño.

El teléfono de Número Pequeño empezó a sonar.

Era el abuelo: “¿Dónde estás, Número Pequeño?”

“Me caí adentro de una gran casa bajo tierra”, contestó Número Pequeño. “Estaré ahí enseguida”, dijo el abuelo.

Pronto, Número Pequeño pudo escuchar el sonido de la camioneta del abuelo acercándose más y más. Estuvo muy silencioso cuando el sonido cesó. Número Pequeño estaba preocupado: “Espero que el abuelo no se enoje conmigo.”

De repente, la luz del sol entró en el cuarto desde una abertura en el lado del techo.

Cuando el abuelo entró en la habitación, Número Pequeño corrió hacia él y lo abrazó fuertemente. “¡Te amo mucho, abuelo!” “¡Te amo mucho también, pero no me vuelvas a asustar así de nuevo! Fuiste muy afortunado al no lastimarte. El agujero debe estar al menos tres metros sobre el suelo” contestó el abuelo.

“Esta es una casa subterránea construida por nuestros antepasados”, explicó el abuelo. “Nuestra gente viviría en una casa como ésta durante los meses de invierno. Esta no es una casa muy grande, quizás, tiene solo 8 metros a lo largo. La casa subterránea del jefe podría ser el doble de grande.”

El abuelo continuó: “todos ayudarían a construir la casa. Algunos cavarían el agujero y removerían la tierra, otros reunirían y prepararían los otros materiales de construcción. La tierra removida sería usada como cobertura para el techo. Después, la gente se daría un festín en la casa que construyeron juntos.”

“Entonces, aquellos postes son cerca de 5 metros de largo”, dijo en voz baja Número Pequeño apuntando al techo. “Me pregunto cómo nuestros ancestros supieron cuántos postes necesitaban para construir el techo.”

“Nuestra gente tenía sus maneras”, respondió el abuelo, un poco sorprendido por la pegunta de Número Pequeño. “Y ahora vamos a apresurarnos a regresar a la Villa porque me gustaría contarle a nuestro visitante la historia acerca de la casa subterránea abandonada.”

Pregunta: ¿Por qué Número Pequeño pensó que los postes utilizados para construir el techo tenían unos cinco metros de largo cada uno?